lunes, 25 de abril de 2016

No todos pueden verla

Cada cosa tiene su belleza,
pero no todos pueden verla.


Confucio, pensador chino, 551 a.C. - 479 a. C. 

jueves, 21 de abril de 2016

En eso te convertirás

Todo es mente.
Lo que pienses, en eso te convertirás.


Buda, Sidarta Gautama, siglo III - IV a.C. aprox.,
asceta y sabio nepalí - hindú, 
fundador del budismo

viernes, 15 de abril de 2016

El actor más grande del mundo

Hay que tener fe en uno mismo.
Ahí reside el secreto.
Aun cuando estaba en el orfanato y recorría las calles
buscando qué comer para vivir, 
me consideraba el actor más grande del mundo.
Sin la absoluta confianza en sí mismo,
uno está destinado al fracaso. 



Charles Chaplin "Charlot", actor, humorista, compositor, 
productor, guionista, director y escritor británico, 
1889 - 1977   


lunes, 4 de abril de 2016

El anillo del maestro

- Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada.



Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? 
¿Qué puedo  hacer para que me valoren más?




El maestro, sin mirarlo, le dijo:
- Cuánto lo siento, muchacho, no puedo ayudarte. Debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... 






Y, haciendo una pausa, agregó: 
- Claro que, si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y, después, tal vez te pueda ayudar.







- E... encantado, maestro. 
-Titubeó el joven-. 
Pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas. 



- Bien, asintió el maestro. 
Se quitó un anillo que llevaba en el dedo meñique y,  dándoselo al muchacho, agregó:

- Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. 



El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara. 



Sólo un anciano fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. 



En el afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta. 


Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, más de cien personas, abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. 
¡Cuánto hubiera deseado el joven tener esa moneda de oro! 
Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. 

Entró en la habitación.
- Maestro, -dijo- lo siento. No se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera obtener dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.




- Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. 



Vuelve a montar y vete al joyero. 
¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. 

El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

- Muchacho, dile al maestro que, si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

- ¡58 MONEDAS DE ORO! 
Exclamó el joven.
- Sí. -replicó el joyero- Yo sé que, con tiempo, podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero, si la venta es urgente...

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.

- Siéntate. - Dijo el maestro después de escucharlo -.
Tú eres como este anillo: una joya valiosa y única y, como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. 
¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? 

Y, diciendo ésto, 
el maestro volvió a ponerse el anillo en el dedo meñique.


Cuento Zen

sábado, 2 de abril de 2016

¡¡Fuera barreras!!

¡Dios! Me quedé loca cuando vi este video y quería compartirlo con todos los lectores de Corazón Futuro. 

¿Qué posibilidades de triunfar en la vida puede tener una mujer, palestina, árabe en Estados Unidos, discapacitada (con parálisis cerebral), y que quiere dedicarse al mundo del espectáculo?

Os dejo con Maysoon Zayid. 
Una extraordinaria historia motivadora.

Me llamo Maysoon Zayid y,
si yo puedo, 
ustedes también pueden.