miércoles, 2 de noviembre de 2022

Integridad

 Cuentos

Un mandarín, lleno de codicia, deseaba hacerse una fama de funcionario incorruptible. Cuando lo nombraron en su primer cargo, hizo juramento ante los dioses de no dejarse engatusar.


- Si mi mano izquierda llegara a aceptar dinero, que caiga convertida en polvo. Y si mi mano derecha lo hace... ¡Que caiga también convertida en polvo!

Un buen día, ya ejerciendo su cargo, alguien le hizo llegar cien onzas de oro con el fin de asegurarse su apoyo en un asunto.
Por miedo a la maldición que pesaba sobre él, a causa de su juramento, no se atrevía a aceptar ese dinero que, sin embargo, codiciaba vivamente. Sus subalternos le dijeron:

- Su señoría puede hacer colocar los lingotes de oro dentro de su manga. Así, si la maldición obra, solo la manga caerá hecha polvo. 

El magistrado mandarín encontró que el consejo era bueno y aceptó el oro... Sin tocarlo con sus manos.

Relato de Xue Tao  


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