miércoles, 2 de marzo de 2022

Le decían loca

 Cuentos

A mi abuelita le decían loca, pero no era loca, era una mujer muy sabia, y por supuesto hablaba diferente. Solía decir: "Los ojos sirven para escuchar". Y la gente se reía.

Yo tenía diez años de edad. Un niño no comprende el lenguaje vertical, pues yo, al igual que todos, creía que mirábamos con los ojos, y pensaba que quizá mi abuelita de verdad estaba loca.

Pero lo que decía se me grabó en el corazón y un día le pregunté: abuelita... ¿Con qué miramos? (esperaba que me dijera, con los ojos) pero ella me respondió: "Con el corazón".

Pasaban los días y yo siempre la observaba y notaba que cuando mi abuelita se levantaba de buen humor, cantaba: Un día la escuché decir: "Hoy me he puesto mi vestido de veinte años". Yo sabía que no tenía veinte años y la miraba nada más. ¿Qué puede hacer un niño, sino escuchar? Si mi abuelita estaba triste decía estar vestida de niebla. "Hoy tengo ochenta años" la escuché decir.

Al fin, con mucho esfuerzo pude terminar la educación primaria, (porque éramos muy pobres y para poder ir a la escuela, yo tenía que madrugar mucho para ayudar a mi abuelita y dejar todo listo) El día de la clausura llegó y fue un día muy triste para mí, porque todos mis compañeritos pasaban de la mano de sus padres, pero yo nunca conocí al mío, mi abuelita me decía que siendo muy niño abandonó a mi mamá, y por eso ella se había tenido que ir a la ciudad a buscar la vida.

Cuando cumplí los 14 años, mi abuelita, ya cansada por la edad, enfermó de gravedad y cayó en cama, yo lloraba mucho porque no quería que se muriera, ella me llamó a su lado, tomó fuerte mis manos y me dijo: "No tengas miedo ni te pongas triste, la muerte no es para siempre". Entre lágrimas la vi sonreír y pensé: mi abuelita no se da cuenta de lo que dice, yo sabía que si uno muere es para siempre.

Era niño y no entendía sus palabras, y ese día, que ha sido desde entonces el más triste de mi vida, murió mi abuelita, la mujer más hermosa que vieron mis ojos y a quien quise con toda mi alma, porque fue quien me crió desde niño, y alentó mis sueños.

Ha pasado mucho tiempo, y la vida me llevó por mil senderos buscando mi destino, ahora tengo más años, y comprendo perfectamente las enseñanzas de mi abue...

Sí, abuelita, podemos tener 20 años y al día siguiente podemos tener 80, todo depende de nuestro estado de ánimo. Y tienes razón: los ojos sirven para escuchar, porque debemos mirar con atención a quien nos habla, (para conocer la realidad esencial de una persona, tenemos que mirarla con el corazón).

 Y la muerte no es para siempre. Sólo muere lo que se olvida, y yo te recuerdo con mucho cariño, porque te quiero, porque siempre fuiste la mujer más amorosa y sabia de este mundo, y porque siempre pusiste tu corazón en todo lo que hacías y lo que decías, y mientras viva, tú siempre estarás en mi corazón, ayudándome a ver la vida a través de ti.

Ahora, en sueños platicamos, nos reímos de su método de enseñanza.

Aprendí a mirar con el corazón y a escuchar con la mirada.

Una noche me dijo: "He notado que te molestas si tus amigos te dicen loco, y eso no está bien, es natural que el nieto de una loca sea loco". Entonces, por primera vez le repliqué y le dije: "Abue, te equivocas... No siempre el nieto de una loca tiene que ser loco. A veces ES POETA". 

Grande o pequeño, todo hombre es poeta si sabe ver el ideal más allá de sus actos.  (Henrik Ibsen).

Por eso hoy puedo decir con orgullo: Soy un loco, y soy poeta, y no me molesta si me llaman loco, porque a través de mi locura he aprendido a descubrir la vida, y lo más hermoso de este mundo.

Aprendí a mirar con el corazón y a escuchar con la mirada.

A mi abuelita le decían loca, pero no era loca... Era maestra.

Me enseñó a descubrir las cosas más hermosas de este mundo, pero, sobre todo: me enseñó a descubrir la vida... Después de la muerte.

El poeta triste y el loco soñador de siempre.

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